martes, 3 de julio de 2012

#Yo Soy 132


Porque en Cuenteros y Cuentistas AC nos interesa lo que pasa en México y en el mundo, va la crónica de nuestro hermano sonorense, Carlos Sánchez quien se ha dado a la tarea de seguir las reacciones del proceso electoral que culminó en un desencantó político, pues, una vez más, se repite la historia del 2006: un empate técnico plagado de irregularidades… Fotos de Florina Piña

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Los integrantes de #Yosoy 132 se manifiestan antes del proceso electoral para advertir que esta vez no se dejarán

Tlatelolco: 43 años (seis meses) después

Carlos Sánchez, Sonora
México DF.- Hoy no estuvieron los francotiradores. Hoy nos los atacaron con alevosía. Sin embargo la memoria también duele y jamás se podrá sepultar la ofensa. Hoy lo estudiantes se congregaron en la plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco.

Para manifestar sus ideas vinieron todos que son los muchos, y desde el principio pidieron cuentas con su consignas en coro: “No somos uno ni somos cien, Televisa, cuéntanos bien”.

En la explanada de la plaza el recuerdo tienen vigencia, desde allí el reconocimiento a los estudiantes que murieron en mil novecientos sesentaiocho, por eso también decirlo con la voz en alto: “Dos de octubre, no se olvida”.

Son los integrantes del movimiento #Yosoy 132, quienes a manera de advertencia, “Porque no nos vamos a dejar”, convocan a la marcha, de Tlatelolco a Televisa, y posteriormente al Zócalo, a protestar, señalar, subrayar.

Son los estudiantes de varias universidades: IPN; UNAM; UACM; son los colegiales de bachilleres, secundarianos. Son los que saben de la historia política del país y por eso responder a la convocatoria. Y caminar.

Caminar de la mano, en grupo, caminar de manera individual, caminar escuchando a la banda de percusionistas, bailar si es preciso, caminar para escuchar los gritos de los habitantes de Atenco y escuchar sus protestas, sus propuestas para descartar la continuidad de las cúpulas en el poder, caminar al ritmo del ruido de machetes que se impacta contra el asfalto. Caminar para decir, exigir.

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Ni el agua ni el viento podrá para el movimiento. Son las seis de la tarde con trece minutos. Dios Tláloc hace de las suyas. La lluvia se convierte en llovizna y las capas de plástico, sombrillas, forman un cuadro figurativo encima de la plaza. Ni el agua ni el viento podrá parar el movimiento, exclama un grupo de simpatizantes del #Yosoy132. Gritan y alientan, es el punto de partida para exclamar. Más allá se arma al unísono el grito de goya, goya, a este le sucede el grito colectivo dese estudiantes del Politécnico: Hasta la victoria siempre / sí señor / patria o muerte venceremos / sí señor / nos organizaremos / sí señor / como en tiempos pasados / sí señor / con el proletario al frente / el campesino a su lado / sí señor…

Mientras suenan los gritos de consignas, dos palomas grabadas en el mausoleo en honor a las víctimas del sesentaiocho se sostienen sobre el preámbulo de algunos de los nombres caídos durante la manifestación aquélla, la tragedia esa que empezó desde los disparos del edificio Chihuahua y donde ahora familias observan y apoyan al contingente que ya se alista para iniciar la marcha, no sin antes continuar en la afinación de gargantas, la entonación de las ideas, las conclusiones después de la mirada hacia el país en que se habita.
Obreros somos / obreros seremos / a los patrones por culo daremos / muera el estado / que viva la anarquía.

Son los gritos contra el viento mientras se agita una bandera blanca, con la insignia #Yosoy 132. Son las voces que dicen viene a ejercer su derecho a la libertad de expresión. Son los padres también de los estudiantes, los hermanos niños, los medios de comunicación, mexicanos y extranjeros, son la mirada atenta y los oídos abiertos a las voces diversas: No nos cansaremos / siempre lucharemos.

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Son pasadas las siete de la tarde, los manifestantes se dividen en grupos, por escuelas, por adherentes. La ruta a seguir es hacia Chapultepec 18, oficinas de Televisa, emitir el manifiesto, y posteriormente marchar hacia el Zócalo donde se habrá de velar la democracia, con veladoras encendidas.

Las manifestaciones con sus dosis de accidentes, los acuerdos. Para este momento y a punto de arrancar la caminata, los habitantes de San Salvador Atenco están al frente de la marcha, por azares del destino, porque así se acomodaron las calabazas y al paso de la carreta. En aras de respetar a los estudiantes, los integrantes del movimiento de Atenco, consensa y decide permanecer al frente, los estudiantes ceden el lugar, previa petición de respetar en el mensaje la veda electoral.

Alerta al que camina / la lucha estudiantil / por América Latina. Así el recorrido, los pies en el asfalto, los tambores con su ritmo. La similitud de un cardumen, marchantes que se anticipan al movimiento, para que no nos agarren dormidos, dicen estudiantes venidos de Oaxaca; para que no se repita el fraude, sentencian e grupo las señoras que halan de la mano a sus hijos pequeños.

Mientras esto ocurre un helicóptero de la policía federal se desplaza por encima del contingente, a manera intimidatoria, los marchantes los señalan y de pronto gritan: Esos son / esos son / los que joden a la nación.

Más adelante y la primera escala: Televisa, granaderos para refugiar el emporio, para que las voces no ensucien el edificio, para que las consignas no espinen la piel del consorcio televisivo.

Allí mismo varias cartulinas para recordar los asesinatos, la violencia exacerbada, multiplicada, allí mismo para señalar las facturas que la televisora, a decir de los manifestantes, tiene pendientes con el pueblo.

Después en procesión el arribo al Zócalo. Las veladoras encendidas, presagio de lo que pudiera ser un día después. 

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