sábado, 14 de septiembre de 2013

Cobertura 13 Smx


Retiro lo dicho. Ayer denuncié que muy pocos periodistas estaban en el lugar de los hechos, pero habrá que reconocer que durante el desalojo de los maestros del Zócalo capitalino abundaron las cámaras fotográficas profesionales, cámaras de televisión, video, telefotos…  y muchísimos jóvenes de ambos sexos que grababan con cámaras sencillas, celulares, ipad. Periodistas de medios independientes transmitían en vivo.


Lo cierto es que sobre la Plaza de la Constitución a pocos se les veía. Se notaba a muchos profesionales de la noticia sobre la Av. 20 de Noviembre, ahí se apostaron la mayoría para esperar la huida. Esta Avenida fue una de las “salidas libres” que tenían los profesores de la CNTE a la hora del desalojo. Ahí las corretizas estuvieron a la orden del día. “¡¡¡No corran, no corran; vámonos caminando; con dignidad!!!,” insistían a gritos algunos maestros, pero a decir verdad, pocos escuchaban esta demanda porque vaya que intimidaba la presencia de los uniformados cada vez más cerca  de la masa que rayaba un poco entre la ansiedad, la paranoia, la histeria, el miedo; la dignidad, la impotencia, el coraje, el llanto. Los periodistas a veces también salían corriendo, protegiendo sus herramientas de trabajo.

Las tanquetas rociadoras de agua se dejaron ver, los granaderos lanzaban pequeñas “bombas” que estallaban igual que las molotov. Tronaba con estruendo y a veces expedían humo picante. Todo mundo corría agachando lo más la cabeza, entre los hombros. Como tortugas protegiéndose en su caparazón. Cada vez el número de mujeres disminuía, también de maestros. Quedaban sobre 20 de Noviembre (hacia República de El Salvador y Mesones) muchos varones jóvenes. “Los refuerzos y los anarquistas”, explicaron algunos profes.   


Muchos periodistas, sobre todo mujeres, portaban cascos, máscara antigases y hasta algunos chalecos especiales (no creo que hayan sido antibalas, la verdad). Parecían alebrijes modernos. Algunos se resguardaban tras los puestos de periódicos, otros se subían a la maquinaria pesada que cerraba las calles sobre esa avenida emblemática. Otros se detenían unos a otros sobre las jardineras para captar desde “arriba” el paso de los correteados. La adrenalina hacía bufar a muchos de ambos lados.


Hubo maestras que  denunciaron que en calles aledañas a Venustiano Carranza y Uruguay, la policía federal  los encerraron y golpearon; no sólo a varones. Ahí se registraron algunas detenciones arbitrarias, pues no importaba si eras del magisterio, “refuerzo” o transeúnte; subían a las camionetas a quien podía… Aunque aseguran, que el mayor número de detenidos y choques de violencia se registró sobre Eje Central. Como que a los granaderos ya les gustó como cambo de batalla.


Justo sobre el Eje Central, sobre Avenida Juárez y Madero universitarios de la UNAM, UACM, UAM y del YOSOY132; así como miembros de colectivos, ONGs, asociaciones civiles que fueron interceptados por los uniformados. “Hasta ahí llegaron”.


Por cierto, “se veía a mucho pelón vestido de civil”; igual que los grupos de choque y los infiltrados se les reconoce a veinte metros…  “¡Eran militares!,” denunciaban maestros y transeúntes.


Sobre la calle de Ayuntamiento, un camión de granaderos se detuvo justo sobre Eje Central, los uniformados bajaron con estrépito, la consigna: subir a su vehículo, a como diera lugar,  a cuanto pudieran. César Cravioto de Morena -que también reporteaba sobre las calles del Centro Histórico- comenzó a denunciarlo por las redes sociales, desde la calle de López y Ayuntamiento. Era evidente la arbitrariedad, seguro que a muchos de los que subieron nada tienen que ver con el magisterio y la reforma educativa.  Pasaban de las cinco de la tarde.  Y los sobresaltos volvían. Había que voltear a todos lados y alejarse de cualquier vehículo policiaco. Las calles de ese lado, también lucían semivacías con las cortinas abajo y muchos asomados por ventanas, sobre balcones. Seguían los sucesos desde su trinchera.  



Los establecimientos en general, bajaron las cortinas metálicas. Algunos maestros lograron resguardarse aún en farmacias, tiendas de telas, estacionamientos públicos, vinaterías, fondas o pequeños restaurantes y hasta en hoteles de tres estrellas; pero, luego del Zócalo, la mayoría corrió sobre 20 de Noviembre hasta Izazaga, esa avenida lucía vacía. Evidentemente el metro Zócalo estaba cerrado desde temprano; Allende daba servicio pero desde la una de la tarde se controló el ingreso y salida de los usuarios… Hacia las cinco de la tarde, los  metros Pino Suárez, Isabel La Católica, Salto del Agua, San Juan de Letrán, Bellas Artes estaba cerradas por los trabajadores de estación. Tenían retenidos a los usuarios y excepcionalmente dejaban ingresar a algunas personas que exigían resguardo.


Hay maestros que aseguran que hubo granaderos que persiguieron a profes hasta el metro y que los sacaron a empujones desde los andenes… “¿Quién se metió para evitar el jaloneo y que se lo llevaran?, nadie”, denuncian otros.

A la altura de Izazaga e Isabel la Católica, estudiantes de la UAC voceaban: “¡En la Uacm tienen un refugio; vengan, acá estarán seguros… En la Uacm tienen un refugio!” así que un comando de correteados y asustados corrió hacia el Plantel Centro de esa casa de estudios, ubicado sobre Fray Servando entre Isabel la Católica y Bolívar.


Jóvenes leían en voz alta “las últimas noticias” que les llegaba a su muro de facebook, whatsApp, twitter, mensajes sms, correo electrónico o daban cuenta de su última novedad: “¡Plaza de la Revolución, ahí hay refuerzos y maestros concentrados!”  “¡Bronca en Eje Central y Avenida Juárez!” “¡Golpearon a Lupita, maesra de la Costa; sólo trae un moretón grande!” “¡No aparece Deloya, tiene un buen rato perdido!” “La muchachas se fueron a Iztapalapa, con un pariente: están bien!” “las tanquetas vienen por Izazaga y están llegando a Isabel La Católica.”  “¡Acá también está cerrado el metro!”


 Cerca de las seis de la tarde, del viernes 13 de septiembre: baja gradualmente el número de gritos e intensidades de las noticias de última hora que daban maestros, universitarios, transeúntes y muchos otros despistados que atestiguaron esta tarde triste de cuando el gobierno de Enrique Peña Nieto desalojó a los maestros de la CNTE del Zócalo, sólo para garantizar su lucimiento en el balcón presidencial el  15 de septiembre. Lo que no sabe es que sobre las calles del Centro Histórico y principalmente en su plaza principal seguirán resonando las consignas, las denuncias, las convocatorias de solidaridad, las mentadas, de todas y todos aquellos que pisamos el Campamento o que lo apoyábamos de alguna manera. “¡Y sí, que se vayan mucho a la chingada; espurios de mierda!” // Florina Piña

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