Porque en Cuenteros y Cuentistas AC nos interesa lo
que pasa en México y en el mundo, va la crónica de nuestro hermano sonorense,
Carlos Sánchez quien se ha dado a la tarea de seguir las reacciones del proceso
electoral que culminó en un desencantó político, pues, una vez más, se repite
la historia del 2006: un empate técnico plagado de irregularidades… Fotos de Florina Piña
*
Los integrantes de #Yosoy 132 se manifiestan antes del
proceso electoral para advertir que esta vez no se dejarán
Tlatelolco:
43 años (seis meses) después
Carlos
Sánchez, Sonora
México
DF.- Hoy no estuvieron los francotiradores. Hoy nos los atacaron con alevosía.
Sin embargo la memoria también duele y jamás se podrá sepultar la ofensa. Hoy
lo estudiantes se congregaron en la plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco.
Para
manifestar sus ideas vinieron todos que son los muchos, y desde el principio pidieron
cuentas con su consignas en coro: “No somos uno ni somos cien, Televisa,
cuéntanos bien”.
En
la explanada de la plaza el recuerdo tienen vigencia, desde allí el
reconocimiento a los estudiantes que murieron en mil novecientos sesentaiocho,
por eso también decirlo con la voz en alto: “Dos de octubre, no se olvida”.
Son
los integrantes del movimiento #Yosoy 132, quienes a manera de advertencia,
“Porque no nos vamos a dejar”, convocan a la marcha, de Tlatelolco a Televisa,
y posteriormente al Zócalo, a protestar, señalar, subrayar.
Son
los estudiantes de varias universidades: IPN; UNAM; UACM; son los colegiales de
bachilleres, secundarianos. Son los que saben de la historia política del país
y por eso responder a la convocatoria. Y caminar.
Caminar
de la mano, en grupo, caminar de manera individual, caminar escuchando a la
banda de percusionistas, bailar si es preciso, caminar para escuchar los gritos
de los habitantes de Atenco y escuchar sus protestas, sus propuestas para
descartar la continuidad de las cúpulas en el poder, caminar al ritmo del ruido
de machetes que se impacta contra el asfalto. Caminar para decir, exigir.
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Ni
el agua ni el viento podrá para el movimiento. Son las seis de la tarde con
trece minutos. Dios Tláloc hace de las suyas. La lluvia se convierte en
llovizna y las capas de plástico, sombrillas, forman un cuadro figurativo
encima de la plaza. Ni el agua ni el viento podrá parar el movimiento, exclama
un grupo de simpatizantes del #Yosoy132. Gritan y alientan, es el punto de
partida para exclamar. Más allá se arma al unísono el grito de goya, goya, a
este le sucede el grito colectivo dese estudiantes del Politécnico: Hasta la
victoria siempre / sí señor / patria o muerte venceremos / sí señor / nos
organizaremos / sí señor / como en tiempos pasados / sí señor / con el
proletario al frente / el campesino a su lado / sí señor…
Mientras
suenan los gritos de consignas, dos palomas grabadas en el mausoleo en honor a
las víctimas del sesentaiocho se sostienen sobre el preámbulo de algunos de los
nombres caídos durante la manifestación aquélla, la tragedia esa que empezó
desde los disparos del edificio Chihuahua y donde ahora familias observan y
apoyan al contingente que ya se alista para iniciar la marcha, no sin antes
continuar en la afinación de gargantas, la entonación de las ideas, las
conclusiones después de la mirada hacia el país en que se habita.
Obreros
somos / obreros seremos / a los patrones por culo daremos / muera el estado /
que viva la anarquía.
Son
los gritos contra el viento mientras se agita una bandera blanca, con la insignia
#Yosoy 132. Son las voces que dicen viene a ejercer su derecho a la libertad de
expresión. Son los padres también de los estudiantes, los hermanos niños, los
medios de comunicación, mexicanos y extranjeros, son la mirada atenta y los
oídos abiertos a las voces diversas: No nos cansaremos / siempre lucharemos.
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Son
pasadas las siete de la tarde, los manifestantes se dividen en grupos, por
escuelas, por adherentes. La ruta a seguir es hacia Chapultepec 18, oficinas de
Televisa, emitir el manifiesto, y posteriormente marchar hacia el Zócalo donde
se habrá de velar la democracia, con veladoras encendidas.
Las
manifestaciones con sus dosis de accidentes, los acuerdos. Para este momento y
a punto de arrancar la caminata, los habitantes de San Salvador Atenco están al
frente de la marcha, por azares del destino, porque así se acomodaron las
calabazas y al paso de la carreta. En aras de respetar a los estudiantes, los
integrantes del movimiento de Atenco, consensa y decide permanecer al frente,
los estudiantes ceden el lugar, previa petición de respetar en el mensaje la
veda electoral.
Alerta
al que camina / la lucha estudiantil / por América Latina. Así el recorrido,
los pies en el asfalto, los tambores con su ritmo. La similitud de un cardumen,
marchantes que se anticipan al movimiento, para que no nos agarren dormidos,
dicen estudiantes venidos de Oaxaca; para que no se repita el fraude,
sentencian e grupo las señoras que halan de la mano a sus hijos pequeños.
Mientras
esto ocurre un helicóptero de la policía federal se desplaza por encima del
contingente, a manera intimidatoria, los marchantes los señalan y de pronto
gritan: Esos son / esos son / los que joden a la nación.
Más
adelante y la primera escala: Televisa, granaderos para refugiar el emporio,
para que las voces no ensucien el edificio, para que las consignas no espinen
la piel del consorcio televisivo.
Allí
mismo varias cartulinas para recordar los asesinatos, la violencia exacerbada,
multiplicada, allí mismo para señalar las facturas que la televisora, a decir
de los manifestantes, tiene pendientes con el pueblo.
Después
en procesión el arribo al Zócalo. Las veladoras encendidas, presagio de lo que
pudiera ser un día después.
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