miércoles, 29 de febrero de 2012




Hay que irse para quedarse
HISTORIA DE MIGRANTES

Por Abril Olivares
Centro Histórico, Ciudad de México; 29 de febrero de 2012. ¿A DÓNDE NOS LLEVARÁN NUESTROS PASOS? Me pregunto, después de escuchar el primer cuento de la noche a cargo de Elia Crotte que nos ha llevado a la frontera entre la vida y la muerte. Sí, pero no piense en tragedias; pues esta muerte fue una muerte enamorada que supo esperar el paso del tiempo para que el amado viniese al mundo de los muertos y lo esperó con los brazos abiertos y no precisamente vestida de mantón negro y guadaña.

Elia, fue alumna de Marcela Romero, tiene quince años como cuentera y esta noche ha sido la responsable de abrir la función. Y vaya manera de empezar y es que Elia Crotte tiene candor, gusto, jolgorio, ritmo alegre y arrabalero cuando ofrenda una historia a su público, quien por cierto anoche fue muy generoso con el aplauso para ella y para el autor del cuento que narró y que estaba sentado junto a ella: el colombiano Triunfo Arciniegas (premiado en diversas ocasiones por su literatura infantil).

Nuevamente me hago la pregunta ¿A dónde nos llevarán nuestros pasos? Lo cuestiono como si sólo dependiera de nuestra voluntad, que ingenuo decir eso en medio del México violentado que estamos viviendo. Y entonces me respondo: uno sabe dónde nace pero no dónde va a morir, como reza el refrán aquél que también le da nombre a un espectáculo de cuentería de Moi Mendelewicz.

Hay que irse para quedarse es el nombre del espectáculo unipersonal que Marcela Romero presentó anoche magistralmente en el Gran Hotel de la Ciudad de México, frente a cuarenta y dos personas como público; entre alumnos, amigos y fans de los cuenteros.

Marcela arrancó con un sutil movimiento de la mano derecha cubriéndose la cabeza con un rebozo gris. Su cara se transformó en la cara de una mujer indígena mixe que se decía: ­¿Qué voy a hacer si no llama en siete días?, éste es el último hijo que me queda.” Frente a nosotros se nos presentó una escena que parecía haber salido de alguno de los cuentos del Llano en Llamas; como si el mismo Juan Rulfo estuviera delineando los detalles escénicos. La desolación del paisaje, la tierra cuarteada, las voces de los que ya no están y que son recreadas por la cuentera…
“¿Quién va a cuidar a mis muertos?” del autor Luis Humberto Croswhite, coronó la noche. Una historia que deja ver el ritual de hombría que para muchos significa pasar del otro lado. Refleja
muy bien ese momento en que muchos señalan con orgullo y convencimiento: “Ha llegado el momento de cruzar la frontera.”

Concluido ese cuento testimonial, el ambiente en el Gran Hotel se transformó. La atención de los escuchas se concentró en el escenario en el que Marcela ha colocado un camino, con hojas de periódico, emulando el Río Bravo. Quizá alguna de esas hojas informa: “Alertan a migrantes del peligro de cruzar el desierto fronterizo” o “detienen a un hombre luego de comprobar que traficaba con migrantes” o “aprehenden a pollero que abandonó a treinta en el desierto, se dice que entre ellos hay niños y ancianos”.

“Los migrantes saben que es una chinga cruzar”, señala Marcela en sus cuentos; pero jamás se imaginan el infierno que vivirán de intentarlo en serio. El clima extremoso, la desolación en el desierto, el camino sinsentido, sin brújula, ni guía. El abandono. La traición. La muerte.

Durante el espectáculo, los meseros se cruzan para atender las mesas, distraen, sí; pero es inevitable su paso. Al tiempo su recorrido es fantasmal, nadie les presta atención, salvo quien ordena una cerveza o un ron, una limonada. El público está sensibilizado, atento. Sigue cada movimiento de la narradora, la mira expectante. El ritmo va en aumento, tanto como el drama, la tragicomedia de las historias; como ésta:
Hay de migrantes a migrantes, pero sentir que uno está con su ser en una tierra desconocida no es nada fácil como seguro le sucedía a Pantaleón el hijo de Remigio… Desde hace años en el pueblo de Remigio, los hombres se van al otro lado a trabajar. Luego regresan y construyen sus casotas. Si ustedes las vieran, con unas rejas metálicas doradas (que hasta combinan con el diente de oro de la esposa del susodicho), de varios pisos, con jardín y con interphone. En ese pueblo también puede verse una gran variedad de camionetas, de esas que hacen sentir a los hombres más hombres. (Así como el pueblo de Remigio, también es el pueblo de la mamá de mi amiga Irma, Zapoltiltic, o el de mi amigo Luis en Mihuatlán). Remigio nunca hace caso de la presunción de sus vecinos, sólo camina, espera y sonríe porque sabe que en cualquier momento puede llegar una carta de Pantaleón, su hijo que está del otro lado. Para esperar extiende una hoja de tabaco, la enrolla y la fuma. Entonces los recuerdos aparecen; recuerda los ojos grandes de Pantaleón a los cinco años, cuando en una noche de Reyes, él tuvo que decirle: “ya eres todo un hombre y debes saber que los regalos de Reyes los traen tus padres y este año no hay porque las heladas echaron a perder la siembra”. Pantaleón se fue como asustado; al otro día agradeció a su padre el regalo; Remigio no comprendía “Sí, la luna que me sigue a todas partes; gracias papá”. Al paso del tiempo, Pantealeón se fue becado a estudiar a los estados Unidos para estudiar el universo, escribía poco y en una de esas le hizo saber a su padre: “ya es hora de que sepas que no me alcanza la beca para enviar regalos de Navidad, les dejo mi luna para que los acompañe siempre”. Y Remigio así lo hizo de la mano de su esposa, recordando el orgullo de tener un hijo haciendo el doctorado en San Diego.

Un cuento más de tradición oral y así concluye la noche. Los aplausos no cesan. Hay gente del público conmovida, hasta las lágrimas. Anterior a este relato Marcela nos contó una historia escrita por Cristina Pacheco, de una mujer del mismo nombre que la autora. Quien tiene que enfrentar los prejuicios y los roles de la familia, para realmente cruzar la frontera. Porque ahí de que una mujer se vaya señorita, pos quién sabe, si siga siendo…

Ha sido una función muy rica, rica en la selección testimonial y literaria, rica en el trabajo escénico, rica en emotividades. Pienso que si uno es de donde el recuerdo queda, contestarnos la pregunta de dónde somos, nos pone en aprietos; al igual que a las personas que migran y entonces sólo nos queda saber que nuestro territorio son esas tradiciones, valores y rituales que nos acompañan en todas “las fronteras que tenemos que cruzar”.

Y ustedes lectores sigan acompañándonos en las funciones de narración oral que tenemos en el Gran Hotel todos los martes y jueves del año.



***

VEN Y CELEBRA CON
CUENTEROS Y CUENTISTAS
Este jueves cumplimos
tres años de contar en este
edificio del S. XIX , EL GRAN HOTEL CIUDAD DE MÉXICO

Y celebraremos presentando un libro

La bailarina del Astoria y otras leyendas
Autora: Cecilia Colón

Narradoras
María Luisa Rivera
Carolina Velázquez
Abril Olivares
Florina Piña

Jueves 1º de marzo, 21:00 hrs. ingreso desde las 20:30 hrs.
Piano Bar // Calle de 16 de Septiembre No. 82, planta baja.
Esq. Plaza de la Constitución. Centro Histórico, Ciudad de México
Metro: Zócalo, Allende, Isabel La Católica).

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