viernes, 5 de octubre de 2012

CIERRE DE TALLER Alfabetización


Los habitantes de Tláhuac contribuyen al arte y a la cultura del DF más allá del amaranto: ésta es la conclusión del taller de Alfabetización: las lecturas del mundo.


La cultura no queda exenta de prácticas excluyentes y violentas
 

Personas de la tercera edad se incentivan para seguir creciendo en materia educativa y cultural.





COMO TALLERISTA DESEABA UN CIERRE ESPECIAL, que se concluyera el programa previsto, sí; pero también concluir con algo emotivo, que dejara la puerta abierta para que los asistentes siguieran explorando su escritura y su formación artístico-cultural. Habrá que recordar que la mayoría de estos son adultos mayores decididos a seguir aprendiendo.

La idea de cerrar diferente me surgió  cuando en  las primeras clases, María Aurora Nazario Rodríguez –de 65 años de edad- llegó muy molesta contándonos que el taxista -con quien viajó para llegar al curso- le había preguntado qué era el FARO. Cuando ella le contestó que era un centro de producción artística y cultural, él se quedó sorprendido y le respondió: “¿Cultura?, pero si en Tláhuac la única cultura que tienen es la del amaranto! Los mexicanos no sabemos apreciar el arte… Arte y cultura, la que se hacen en Europa, señora.”  “Quisiera tener elementos –confesó Aurora- para responderle”. 

El enojo y la impotencia de ella los compartimos el grupo  y en seguida pensé que ese sería la reflexión de cierre del taller: vernos a nosotros mismos como productores, consumidores y reproductores de cultura. Por eso, la actividad planeada consistió en pedirles que llevaran la última sesión un objeto que ellos hubieran creado, diseñado, confeccionado en algún momento de su vida.

Todos y todas cumplieron con la tarea. La emoción de mostrar su objeto se reflejaba en sus rostros. La indicación fue que cada uno contará al resto de los asistentes la historia de esa creación: ¿cuándo la elaboraron, qué sentían mientras la realizaban, si la idea original que tenían cambió mientras la iban realizando y cómo quedó el producto final? Sus historias fueron arrojando elementos para acercarnos a la definición de cultura que la UNESCO señala: conjunto de normas, reglas, tradiciones que conforman un tejido social.

Guadalupe Sánchez Rosales, de 58 años de edad y oriunda de Chiapas, sacó una bolsa de mano realizada en tela bordada con flores de listón. Nos contó que a ella le gusta bordar paisajes de la naturaleza, porque es una forma de revalorarla y recordar “las gotas de rocío que en las mañanas aparecen sobre las flores”. Sin darse cuenta, Guadalupe estaba hablando sobre el proceso de observación y representación de la realidad. Observar para disfrutar y actuar ante la realidad, esa realidad que captamos a través del tacto, la vista, el olfato y la piel.



Siguió el turno de Aurora, quien se caracteriza por su sensibilidad hacia las actividades culturales, ella al mismo tiempo que toma talleres en el FARO, acude a otro de Creación Literaria en la Casa Refugio Citlaltépetl ubicado en la colonia Condesa, donde le dejaron crear un cuento de ciencia ficción que compartió con nosotros. Su historia la escribió luego de que un noticiero mostró las primeras fotografías de Marte. La imagen del planeta rojo se le quedaron grabadas hasta llevarla a imaginarlo como habitable. Todos le aplaudimos su narración.



Tocó el turno a Ricardo Castillo, de setenta años de edad y esposo de Ignacia -quien también acudió al taller. Después de calificarse de áspero y callado contó la historia de la pintura en acrílico de un gato cuyo cuerpo tenía forma de “M”; la cual fue realizada en una época en la que él bebía mucho alcohol e incluso tuvo problemas con éste. “La pintura me permitía que no me ganaran los malos pensamientos” dijo.


Las necesidades humanas no solamente son físicas también son espirituales. Si  la pintura, la escritura, la danza, entre otras estuvieran democratizadas, la forma más común para sacar nuestra tristeza, angustia y desolación sería a través de procesos creativos. 


Ignacia Coraza, de 60 años de edad, llevó una toalla de tela afelpada decorada con encaje y listón de flores naranjas y beige. La selección de colores le llevó algunas tardes a Ignacia y es que ella quería que su toalla fuera una expresión de su personalidad cálida. Tanto le apasionó, seleccionar los colores del listón y del encaje que desde ese día lleva confeccionado ya ocho toallas y una sábana; mismas que le permiten embellecer el hogar que habita. Hay que decir que la toalla de Nachita nada le pide a las confeccionadas y distribuidas por las grandes cadenas comerciales…


Francisco Atayde por su parte llevó dos piezas de fierro que encontró en una caminata por el bosque, ambas pertenecían a las vías del ferrocarril; una era un clavo y la otra seguramente sostenía a los durmientes. Al verlas juntas pensó que podrían adquirir la forma de una madre abrazando a su hijo, un ave o incluso hasta dos amantes abrazados. Su oficio de herrero le permitió tener las habilidades para crear su pequeña escultura. Con lo cual pudimos platicar de la técnica, como un elemento cultural. También nos mostró un pequeño pedestal elaborado con un tornillo gigante donde un alacrán de alambre de cobre luce como una pieza de museo… Tal vez Francisco es el más sorprendido con sus avances en la escritura, descubrió la importancia de la puntuación y cómo a través de ésta se le imprimen tonos y ritmo a las palabras escritas.  

A sus sesenta y tantos años está decidido a seguir explorando el signo escrito.




Mayra Beltrán tiene 31 años, es mamá de una niña de tres años de edad, es habitante de la colonia Miguel Hidalgo. Ella llevó una pequeña escultura de plastilina y arcilla con la figura de Mafalda de las tiras cómicas del argentino Quino. Su creación fue parte de un taller de modelado y la hizo porque para ella Mafalda es un personaje crítico que le gusta mucho y que le ha mostrado puntos de vista que le permite diversas lecturas sobre un hecho. Su pequeña escultura la tiene junto al teléfono de su casa, en la sala; al verla la gente que la visita le pregunta quién es y en ello ve una posibilidad de que otra gente se interese por leer las tiras cómicas argentinas. 

Los asistentes quedaron convencidos que son o pueden ser productores culturales en potencia contraviniendo los principios que desde el siglo XVII se difundían sobre que sólo era una élite cultural la que producía e innovaba la cultura. La cultura popular realizada por amas de casa, obreros, pensionistas y trabajadores de oficios como la herrería trasciende entonces las prácticas excluyentes y violentas y revaloran sus derechos.


EL APRENDIZAJE ES CONTINUO
El taller de Alfabetización: La lectura del mundo inició el 21 de agosto y concluyó el 2 de octubre en las instalaciones del Faro Tláhuac, ubicado sobre Av. La Turba s/n (en el interior del Bosque de Tláhuac) en la colonia Miguel Hidalgo; fue auspiciado por la asociación civil Cuenteros y Cuentistas en el marco del Programa de Coinversión para el Desarrollo Social del Distrito Federal 2012…

Este curso comenzó con una propuesta de alfabetización cuya metodología de trabajo (círculos de cultura) se basó en la metodología pedagógica del brasileño Paulo Freire, quien sostenía: “la lectura del mundo precede a la lectura de la palabra escrita”. Leer la realidad en su sentido más amplio, leer desde los múltiples lenguajes existentes.

Leer y escribir implicó, en este taller, cuestionarnos nuestra forma actual de vida, revisar nuestra historia personal, promover la lectura crítica de cualquier texto. El grupo se integró con siete personas que ya tenían conocimientos de lecto-escritura. El trabajo se concentró en ejercitar su redacción, incorporar el uso de signos de puntuación y en fortalecer su estructura sintáctica. Para ello, en cada sesión se leyeron cuentos y relatos que permitieron hablar desde la perspectiva de género, por ejemplo, La otra frontera, de Cristina Pacheco; La Princesa y el pirata de Alfredo Gómez Cerdá y Teo Puebla; Las Vacas de Quiviquinta de Franciso Rojas Gónzalez y La Tarzana de María del Mar Quirós Leal y María Ángeles García Cordero.

Se practicó el análisis de contenido después de las lecturas seleccionadas, en el que se revisaron los textos desde sus contenidos femeninos y masculinos. Se abordó la cantidad de protagonistas, la descripción de cada uno de estos, su parentesco, personalidad, ocupación, estereotipos… El diálogo y el análisis de contenido arrojó elementos para comprender las prácticas inmiscuidas en la violencia de género  como son la invisibilización y la discriminación de lo femenino en el lenguaje, en el hogar, en lo laboral y a veces también en el ámbito académico.

A pesar de la ironía y la crítica al machismo o actitudes patriarcales que algunos textos puedan incluir, aún queda un sesgo muy marcado contra la mujer. La escritura de historias con perspectiva de género aún explora una primera etapa; falta mucho por hacer en esta materia.

Se invitó a la comunicóloga, Florina Piña quien es responsable del proyecto La palabra: herramienta que empodera para compartir con los asistentes la importancia de diferenciar la comunicación oral de la escrita, con el fin de comprender que son lenguajes diferentes. La estructura, el léxico, la ortografía y la madurez sintáctica son imprescindibles en el segundo. Con base en estos elementos, Piña realizó un diagnóstico de escritura a cada uno de los tallerandos, con el fin de auto-reconocerse y subsanar los “huecos” escriturales; reflexionar más sobre el lector-receptor de estos, pues ello garantizará texto-discursos exitosos.

Habrá que señalar que cuatro de los siete participaron asistieron paralelamente al taller de Narración oral con perspectiva de género impartido por Hena Carolina Velázquez; esto nos permitió trabajar en conjunto tanto la escritura como el lenguaje oral.

El taller de Alfabetización: La lectura del mundo concluyó, sin embargo, deja abierta la necesidad de seguirle apostando en la formación educativa y artística de los hombres y mujeres de la tercera edad, habitantes de la delegación Tláhuac; ellos y ellas como instituciones morales de su familia tienen mucho que aportar en la restitución del tejido  social. Ojalá haya muchos otros talleres que los beneficie. Gracias. // Abril K. Olivares del Río, tallerista



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