Los habitantes de Tláhuac contribuyen al
arte y a la cultura del DF más allá del amaranto: ésta es la conclusión del
taller de Alfabetización: las lecturas
del mundo.

La cultura no queda exenta de prácticas
excluyentes y violentas

Personas de la tercera edad se incentivan para seguir creciendo
en materia educativa y cultural.
COMO TALLERISTA DESEABA UN
CIERRE ESPECIAL, que se concluyera el programa previsto, sí;
pero también concluir con algo emotivo, que dejara la puerta abierta para que
los asistentes siguieran explorando su escritura y su formación
artístico-cultural. Habrá que recordar que la mayoría de estos son adultos
mayores decididos a seguir aprendiendo.
La idea
de cerrar diferente me surgió cuando
en las primeras clases, María Aurora
Nazario Rodríguez –de 65 años de edad- llegó muy molesta contándonos que el
taxista -con quien viajó para llegar al curso- le había preguntado qué era el
FARO. Cuando ella le contestó que era un centro de producción artística y
cultural, él se quedó sorprendido y le respondió: “¿Cultura?, pero si en
Tláhuac la única cultura que tienen es la del amaranto! Los mexicanos no sabemos
apreciar el arte… Arte y cultura, la que se hacen en Europa, señora.” “Quisiera tener elementos –confesó Aurora-
para responderle”.
El
enojo y la impotencia de ella los compartimos el grupo y en seguida pensé que ese sería la reflexión
de cierre del taller: vernos a nosotros mismos como productores, consumidores y
reproductores de cultura. Por eso, la actividad planeada consistió en pedirles
que llevaran la última sesión un objeto que ellos hubieran creado, diseñado,
confeccionado en algún momento de su vida.
Todos y
todas cumplieron con la tarea. La emoción de mostrar su objeto se reflejaba en
sus rostros. La indicación fue que cada uno contará al resto de los asistentes
la historia de esa creación: ¿cuándo la elaboraron, qué sentían mientras la
realizaban, si la idea original que tenían cambió mientras la iban realizando y
cómo quedó el producto final? Sus historias fueron arrojando elementos para
acercarnos a la definición de cultura que la UNESCO señala: conjunto de normas, reglas, tradiciones que
conforman un tejido social.
Tocó el
turno a Ricardo Castillo, de setenta años de edad y esposo de Ignacia -quien
también acudió al taller. Después de calificarse de áspero y callado contó la
historia de la pintura en acrílico de un gato cuyo cuerpo tenía forma de “M”;
la cual fue realizada en una época en la que él bebía mucho alcohol e incluso
tuvo problemas con éste. “La pintura me permitía que no me ganaran los malos
pensamientos” dijo.
Las
necesidades humanas no solamente son físicas también son espirituales. Si la pintura, la escritura, la danza, entre
otras estuvieran democratizadas, la forma más común para sacar nuestra
tristeza, angustia y desolación sería a través de procesos creativos.

Ignacia Coraza, de
60 años de edad, llevó una toalla de tela afelpada decorada con encaje y listón
de flores naranjas y beige. La selección de colores le llevó algunas tardes a
Ignacia y es que ella quería que su toalla fuera una expresión de su personalidad
cálida. Tanto le apasionó, seleccionar los colores del listón y del encaje que
desde ese día lleva confeccionado ya ocho toallas y una sábana; mismas que le
permiten embellecer el hogar que habita. Hay que decir que la toalla de
Nachita nada le pide a las confeccionadas y distribuidas por las grandes
cadenas comerciales…
A sus sesenta y tantos años está decidido a seguir explorando el signo
escrito.
Los
asistentes quedaron convencidos que son o pueden ser productores culturales en
potencia contraviniendo los principios que desde el siglo XVII se difundían
sobre que sólo era una élite cultural la que producía e innovaba la cultura. La
cultura popular realizada por amas de casa, obreros, pensionistas y
trabajadores de oficios como la herrería trasciende entonces las prácticas
excluyentes y violentas y revaloran sus derechos.
El taller de Alfabetización: La lectura del mundo
inició el 21 de agosto y concluyó el 2 de octubre en las instalaciones del Faro
Tláhuac, ubicado sobre Av. La Turba s/n (en el interior del Bosque de Tláhuac)
en la colonia Miguel Hidalgo; fue auspiciado por la asociación civil Cuenteros
y Cuentistas en el marco del Programa de Coinversión para el Desarrollo Social
del Distrito Federal 2012…
Este
curso comenzó con una propuesta de alfabetización cuya metodología de trabajo
(círculos de cultura) se basó en la metodología pedagógica del brasileño Paulo
Freire, quien sostenía: “la lectura del mundo precede a la lectura de la
palabra escrita”. Leer la realidad en su sentido más amplio, leer desde los
múltiples lenguajes existentes.
Leer y
escribir implicó, en este taller, cuestionarnos nuestra forma actual de vida, revisar
nuestra historia personal, promover la lectura crítica de cualquier texto. El
grupo se integró con siete personas que ya tenían conocimientos de
lecto-escritura. El trabajo se concentró en ejercitar su redacción, incorporar
el uso de signos de puntuación y en fortalecer su estructura sintáctica. Para
ello, en cada sesión se leyeron cuentos y relatos que permitieron hablar desde
la perspectiva de género, por ejemplo, La
otra frontera, de Cristina Pacheco; La
Princesa y el pirata de Alfredo Gómez Cerdá y Teo Puebla; Las Vacas de Quiviquinta de Franciso
Rojas Gónzalez y La Tarzana de María del Mar Quirós Leal y María Ángeles García
Cordero.
Se
practicó el análisis de contenido después de las lecturas seleccionadas, en el
que se revisaron los textos desde sus contenidos femeninos y masculinos. Se abordó
la cantidad de protagonistas, la descripción de cada uno de estos, su
parentesco, personalidad, ocupación, estereotipos… El diálogo y el análisis de
contenido arrojó elementos para comprender las prácticas inmiscuidas en la
violencia de género como son la
invisibilización y la discriminación de lo femenino en el lenguaje, en el
hogar, en lo laboral y a veces también en el ámbito académico.
A pesar
de la ironía y la crítica al machismo o actitudes patriarcales que algunos
textos puedan incluir, aún queda un sesgo muy marcado contra la mujer. La
escritura de historias con perspectiva de género aún explora una primera etapa;
falta mucho por hacer en esta materia.
Habrá
que señalar que cuatro de los siete participaron asistieron paralelamente al
taller de Narración oral con perspectiva
de género impartido por Hena Carolina Velázquez; esto nos permitió trabajar
en conjunto tanto la escritura como el lenguaje oral.
El
taller de Alfabetización: La lectura del
mundo concluyó, sin embargo, deja abierta la necesidad de seguirle
apostando en la formación educativa y artística de los hombres y mujeres de la
tercera edad, habitantes de la delegación Tláhuac; ellos y ellas como
instituciones morales de su familia tienen mucho que aportar en la restitución
del tejido social. Ojalá haya muchos
otros talleres que los beneficie. Gracias. // Abril K. Olivares del Río,
tallerista
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