JOSÉ
GUADALUPE POSADA
(1912-2013)
Una historia de Amor Eterno
con La Catrina
con La Catrina
Florina Piña Cancino
Este es el corrido de un grabador, ilustre sí que lo fue, pero luego que se murió. Guadalupe Posada se llamaba y a la denuncia posada daba. De
Desde su vitrina, aún después de su muerte, el buen maestro -que
maestro no era- dictaba cátedra a Orozco, Fernández Ledesma, Méndez, O'Higgins,
Zalce y Rivera.
Ay Lupe, Lupe qué daño hiciste que a la hora de tu muerte, ni Arroyo
Venegas hizo por reconocerte. Como calavera del montón, terminaste en un
panteón. Que desgracia, que alegría: viviste y moriste como los grabados que
imprimiste...
Dos tiempos, un arte. Entre el Porfiriato y el comienzo de la Revolución , don
Guadalupe Posada pasó sus días como ilustrador. Atestiguó y denunció los errores
de la dictadura, pero también las primeras contradicciones de los insurgentes.
Carlos Monsiváis en el catálogo de la exposición “Posada y la
prensa ilustrada: signos de modernización y resistencias” (realizada en el
marco del 146 aniversario del nacimiento del maestro, en el Museo Nacional de la Estampa ) señaló que don
Lupe "traza la primera imagen de conjunto, el primer aluvión de
acercamientos al México popular que el siglo XIX genera y la Revolución encumbrará
durante dos décadas extraordinarias".
Siendo un mozuelo, José Guadalupe Posada se inició en las artes
plásticas, más movido por la necesidad, que por las ganas de explorar la
creación artística. En 1866, a
los 14 años de edad, trabajó como aprendiz de litografía y grabado. Las
primeras letras las conoció gracias a su hermano Cirilo, quien fue maestro
rural. El todavía adolescente Guadalupe Posada asistió a la Academia de dibujo de
Antonio Varela, aunque se desconoce cuánto tiempo paso ahí y qué tanto
aprendió. Los cierto es que apenas incursionó en el dibujo e hizo de éste, un
proyecto de vida; aunque tal vez de manera inconsciente.
El azar lo llevó al Taller de Trinidad Pedroza, donde copió imágenes religiosas y
fue ayudante de cerámica; pronto su trabajo destacó. Desde su trinchera,
Pedroza se pronunció contra la dictadura de Díaz e impregnó de su ideología al
joven aprendiz, aprendiz también en menesteres de política.
Fernando Gamboa
en el ensayo “Posada: evolución de sus líneas” destaca que “Trinidad Pedroza,
su primer maestro, fue un excelente litógrafo y grabador de madera. Tenía buen
gusto pero era poco original y carecía de personalidad,” a diferencia de don
Lupe, señala Gamboa, pues “su dibujo fue vehemente desde los comienzos (...)
Joven o maduro, Posada fue directo en su manera de concebir y de acabar. Desde
el principio, muestra el decidido propósito de dominar el dibujo y de crearse
una técnica propia como grabador. La misma independencia mostró en su técnica
litográfica”. 1
Aun no cumplía veinte años cuando, en 1871, aparecieron publicadas
ilustraciones satíricas de Guadalupe en El Jicote “periódico de fuerte
tendencia política”; las imágenes y los textos hacían alusión al proceso
electoral que se celebraría el 20 de agosto en Aguascalientes, y por las
fuertes reacciones a sus críticas –justo en el número 11 del periódico-, los
grabadores tuvieron que abandonar el estado, cuando “volvió al poder el cacique Jesús
Gómez Portugal”.
Bien dice Rafael Barajas El
Fisgón que “mientras más tolerante, libre y cultivada es una sociedad, más
salvajes y agresivos son los “monos” publicados en sus diarios. Los gobiernos
más atrasados toleran menos las caricaturas, única respuesta a la altura de sus
actos arbitrarios de poder”. 2
Y así les fue a
Pedroza y a Posada con la publicación de El Jicote, que tuvieron que
salir rumbo a León de los Aldamas, Guanajuato. Dejar su natal San Marcos no fue
una decisión difícil, pues para Lupe Posada -el penúltimo de nueve hermanos-
las precarias condiciones económicas de su familia se acrecentaron con la
muerte de su padre, acaecida ese mismo 1871.
Como parte de la
aventura laboral e ideológica, Pedroza y Posada fundaron un taller con bienes
“mancomunados”; ahí, Guadalupe realizó litografías y grabados en madera que
ilustraron cajetillas de cerillos, documentos y libros. También, se inició en
la técnica del grabado en metal de tipo y en la xilografía. El 1876, Posada
asumió la propiedad del taller, pues quien fuera su maestro regresó a
Aguascalientes meses atrás, dejándolo encargado del negocio y luego como dueño.
Todo parece marchar viento en popa, incluso José Guadalupe
Posada en 1884 se inicia como maestro de litografía en una escuela secundaria
de León. Cuatro años más tarde, se vio obligado a abandonar su cátedra y la
misma ciudad guanajuatense, luego de las severas inundaciones registradas ese
año. Retorna a Aguascalientes sólo para decidir su viaje rumbo a la gran
capital del país, en 1887.
Alejandra Mora Velasco señala que en la Ciudad de México, Posada “instaló su primer
taller en la calle de Santa Teresa (hoy Guatemala) y después se cambió a la
calle de Santa Inés número 5, hoy calle de Moneda. Muy pronto (1889) comenzó a
trabajar como dibujante editorial en el taller de Antonio Vanegas Arroyo, para
quien realizó miles de ilustraciones”. 3 Se piensa que don Lupe
realizó más de veinte mil grabados.
Al respecto,
Diego Rivera dejó para la memoria: “Posada, tan grande como Goya o Callot, fue
un creador de una riqueza inagotable, producía como un manantial de agua
hirviente”.
Era una mano poderosa que sin ningún titubeo
y de la espina a la rosa.
(...)
Y entre la risa y el llanto
Posada al pueblo miró.
Con su buril acusó
con vivo y terrible encanto.
(...)
El grabador del pueblo mexicano
tomó el partido de las justas iras
y puso el corazón entre su mano.
En estos fragmentos del poema, que
el escritor Carlos Pellicer dedicó a Posada, se sintetiza muy bien el estilo
popular de las ilustraciones del maestro, el humor al que echó mano para
representar la vida cotidiana, “la desigualdad e injusticia social que existía en la sociedad
porfiriana; cuestionaba su moralidad y su culto por la modernidad. Describió
con originalidad (...) el terror por el fin de siglo y por el fin del mundo,
además de los desastres naturales, las creencias religiosas y la magia,”
detalla Alejandra Mora Velasco.
Para muestra, están algunas
ilustraciones publicadas en el Gil Blas Cómico: El
terror dos rateros (1896), caricatura del general Carballeda, inspector
general de policía. Muertos desenterrados (1896), caricatura de Justo
Sierra. Los sucesos de Tomóchic (1892, rebelión popular que fue
reprimida a sangre y fuego). Retrato caricaturesco de un grabador
(1893), Limosnera sentada (1894).
O bien, algunas Hojas Sueltas (que
se distribuían por todo el país, con un valor de uno o dos centavos), como la
que tituló El Mosquito Americano. “El Mosquito americano/ Ahora acaba de
llegar,/ Dicen se vino á pasear/ A este suelo mexicano”. O bien: Revolucionarios
atacando un tren (1910-12); Madero (1910-12) Los sangrientos
sucesos en la ciudad de Puebla. La muerte del jefe de policía, Miguel Cabrera.
Don Lupe recreó corridas de toros; juegos de salón; silabarios;
cancioneros; novenarios; estampería religiosa y patriótica; cuentos infantiles;
carteles de toros, teatro y circo; naipes; planos, anuncios comerciales y
calaveras, siendo la más conocida La Catrina.
“De esta manera Posadas extendió su crítica histórica, pues tal como
Goya en sus Caprichos, hizo vibrar de terror o de risa por medio de sus
personajes de la sociedad, de la política o del pueblo mismo. 4
El francés Jean Charlot quien descubrió la obra de Posada y
redimensionó su aportación al arte mexicano contemporáneo en 1923 -diez años
después de la muerte del maestro-, sostiene que “aunque casi toda su obra data
del tiempo de don Porfirio, necesitaba la llegada de la revolución para lograr
la plena justificación de sus temas y de su estilo. La contienda civil dio un
auténtico sentido contemporáneo en las escenas de rebelión que el profeta había
delineado...” 5
No es gratuito que algunos lo llamen “precursor
de Flores Magón, Zapata y Santanón, guerrillero de hojas volantes, y heroicos
periódicos de oposición”.
Fue a partir de ese 1923 que la presencia de don Lupe ha sido
frecuente en la
Escuela Mexicana del siglo XIX, influyó en la obra de José Clemento Orozco y de Diego Rivera
en la pintura; de Méndez, y Zalce en el grabado, así como en el Taller de la Gráfica Popular ,
entre otros.
Orozco en un ejercicio de la
memoria, relató: “Posada trabajaba a la vista del
público (...) yo me detenía encantado (...) Este fue el primer estímulo que
despertó mi imaginación y me impulsó a emborronar papel con los primeros
muñecos, la primera revelación de la existencia del arte de la pintura”.
Su corazón en la mano
a ojos vistas fue pasión
Y siempre tuvo razón
su corazón en la mano.
La obra y su tiempo. José Guadalupe Posada trabajó en publicaciones como La Patria Ilustrada
y la Revista
de México, de Ireneo Paz; La Gaceta Callejera , de Antonio
Vanegas Arroyo; el Fandango y La Matraca del Fandango; y en el Gil
Blas y El Popular, de Francisco Montes de Oca; así como, en El Argos, El Ahuizote,
El Hijo del Ahuizote, entre muchos otros.
En los diversos medios impresos, don Lupe compartió con artistas
como “Villasana, los Manilla, padre e hijo, Daniel Cabrera –editor más adelante
del combativo y combatido El Hijo del Ahuizote-, Jesús Martínez Carreón
–casi ciego, muerto prematuramente por el tifo contraído por la horrenda cárcel
de Belem-, Francisco Zubieta, Francisco Boceto, Eugenio Olvera, J. N. Ledo, Héctor
Flores, Santiago Hernández...” 6 y
muchos otros.
A consideración de diversos críticos de arte, en la producción de
Posada se aprecia la influencia de José María Villasana -quien estimuló su
talento-, Daniel Cabrera Infante, Eugenio Olvera Medina y Jesús Martínez
Carrión.
Se dice también, que don Lupe rechazó los principios académicos y
naturalistas; que su obra es de carácter esencialmente mexicano. Carmen
Zacarías en el reportaje Costumbres de Culturas señala: “Posada
fue expresionista con profundo sentido de la realidad, originalidad y
penetrante poder expresivo.”
El género que exploró José Guadalupe fue la caricatura, término que
proviene del italiano caricare: recargar,
exagerar. Fue utilizada por primera vez por los hermanos Carraci, pintores manieristas
de finales del siglo XVI y principios del XVII. Desde L’Encyclopedie de Diderot y D’Alembert, en 1751, a la caricatura se le
vio como “un libertinaje de la imaginación”. Un arte menor. En México no fue la
excepción, por eso, la obra del maestro pasó inadvertida por la crítica de
arte.
Barajas, Rafael El Fisgón
indica que “la caricatura es una de las técnicas básicas del dibujo de humor,
pero no la única; la esquematización, la antropomorfización, el pastiche, los
juegos de imágenes y los procedimientos literarios son otros recursos del
artesanal de la gráfica satírica. Además, mucho antes de la acuñación del
término ya existía la estética de lo grotesco, las ilustraciones humorísticas y
las alegorías didácticas. De hecho, la caricatura política moderna se establece
cuando los dibujantes satíricos del siglo XVII (sobre todo en Inglaterra)
sintetizan ‘las dos tradiciones caricaturales mejor establecidas desde el siglo
XV: por un lado la de los grabado alegóricos holandeses, donde una multitud de
personajes debía proporcionar el equivalente visual (de una) situación política
(...) y por el otro, (la de la tradición italiana en que) la deformación de la
fisonomía ocupa todo el lugar”. 7
En cuanto a la técnica o técnicas
utilizadas por el grabador mexicano, se pueden distinguir tres periodos coincidentes con los distintos medios que utilizó en litografía,
grabado en hueco, al buril sobre metal tipográfico, y grabado en relieve, al
ácido y sobre zinc.: 1) Su etapa
juvenil se caracteriza por la blandura del lápiz litográfico, al estilo
de los caricaturistas franceses de 1860. 2) Ya en la Ciudad de México, “la línea surcada al buril, en metal las más
veces, y excepcionalmente en madera, adquiere una musculación que nunca tuvo la
línea litográfica. Tales factores, la improvisación en un medio difícil, el
cuidado de hablar con suma claridad para un público especial, dan a esta parte
de la obra de Posada un sabor supuestamente primitivo, lo cual le valió una
acogida entusiasta, aunque efímera, de parte de ciertos sofisticados
parisienses”. 8
3) Aquí don Lupe exploró su descubrimiento para competir con el
fotograbado: el grabado al ácido en relieve, consistente en dibujar sobre zinc
con una tinta especial, ahuecando los blancos en un baño de ácido.
Hay que decir que, poco utilizó Guadalupe Posada el grabado
en madera, usado en México desde el siglo XVI; abandonado prácticamente en la
segunda mitad del siglo XIX. En tanto, la litografía fue introducida en nuestro
país en 1826; su auge se ubica a mediados del siglo XIX, aunque, algunos años
después declinó como sistema de ilustración. Gran provecho sacó de su inventó
sobre zinc (aunque el único artista que se hizo famoso con este medio fue el
inglés William Blake).
Prolífico fue don Lupe, quien trazó y dibujó más de veinte
mil grabados, obra que simboliza la mexicanidad de finales del siglo XIX y
principios del XX; que sirve de cimiento -doce años después de la muerte del
artista- al movimiento artístico encabezado por los muralistas. Icono es de las
Artes Gráficas Mexicanas, figura imprescindible en los estudios de las Artes
Plásticas del país.
Ya con esta me despido, dejo la voz de Efraín Huerta quien,
para celebrar el centenario del natalicio de Posada, escribió un corrido... Pero sin recordarles que este año, se cumplen cien años de amor eterno entre la Muerte y Posada. Cien años de ser memoria.
A don Lupe no lo asustan
políticos ni hambreadores.
Por eso lo han apodado
“El Rey de los Grabadores”
(...)
Miedo le tenían los ricos,
Los pobres mucho cariño.
Como era un hombre del
pueblo
tenía corazón de niño.
J
|
osé Guadalupe Posada nació a
las 10 de la noche del 2 de febrero de 1852, en la casa marcada con los números
47 y 49 de la antigua calle de Los Ángeles –que actualmente lleva el nombre de
Posada-, de la ciudad de Aguascalientes. Ejerció su oficio hasta los últimos
días de su vida, en 1913 hizo la última ilustración, personificó a Francisco I.
Madero. Don Lupe falleció el 30 de enero del mismo año y este 2002, se celebran
150 años de su natalicio.
__________________
1. Gamboa, Fernando, “Posada: evolución de sus líneas” La Jornada Semanal ,
No. 361 3 de febrero del 2002, pág. 4
2. Barajas, Rafael
El Fisgón, “Elogio y vituperio de la
caricatura”, La historia de un país en caricatura. Caricatura mexicana de
combate 1829-1872, CONACULTA, 2000, pág. 19
3. Mora Velasco, Alejandra “José Guadalupe
Posada (1852-1913)”, http://www.arts-history.mx/posada/s2.html
4. “México
siglo XIX” http://www.cegs.itesm.mx/arte/doctos/Ideas18.html
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